Hace años, muchos años, un gabinete de psicólogos de Barcelona requirió nuestros servicios. Fuimos a verles y nos contaron que querían abrir una consulta en “Second Life”. La idea era “comprar” un espacio donde atender a sus pacientes de manera virtual.
En aquellos años muchas empresas tenían tiendas y oficinas en SL. HP, cliente nuestro, vendía impresoras, y otra tanto hacían otras grandes marcas de moda, consumo, tecnología, formación… Los usuarios creaban una realidad paralela a través de sus avatares que les permitía vivir otra vida. Compraban casas, las decoraban y las equipaban, se vestían en tiendas de moda y quedaban con otros avatares.
SL me pareció genial: la gente pagaba por algo que solo existía en la pantalla del ordenador. Superaba el espíritu que animó a los pioneros de la exhibición y producción cinematográfica, la mayoría de origen judío, encantados de “vender un producto que la gente pagaba si haberlo visto”.
SL sigue vivo pero parece que no colea. Ni el ancho de banda ni la potencia de los PCs le acompañaron y la experiencia del usuario abocaba al fracaso. Viene esto a cuento del lanzamiento de Metaverso. Me sorprende no haber visto una sola mención a “Second Life” en todo lo que he leído sobre Meta-Facebook y sus proyectos. Un memoria frágil que ha permitido sucesivos lanzamiento de tecnologías como 5G. Telefónica lo hizo en 2015 pero para muchos sigue siendo novedad , quizá porque “ni está ni se le espera”.