

Lo confieso. La moda, el adorno, el abalorio es un elemento importante en nuestras vidas.
Nos acompaña desde la caverna y formó parte del proceso de abstracción que llevó a la humanización del mono primigenio. Es un reflejo de cada momento de la historia, ha estado en los orígenes de revueltas y revoluciones, nos ha igualado o diferenciado, ha sido símbolo de pertenencia y nos ha ayudado a definir nuestra personalidad: sofisticada, rebelde, anodina…
De Maestros de la Costura me gusta su jurado. Nadie les ha regalado nada, su éxito es fruto de su tenacidad, esfuerzo, ambición, genialidad… Tienen oficio, conocimiento, cultura y creatividad.
Me sorprende la baja calidad de los candidatos -se supone que se eligieron entre cientos o miles-, otra cosa es que los mejores no fueran los más adecuados para el reality. Unos tienen oficio, otros apuntan, muy ligeramente, maneras como creadores y el resto ni lo uno ni lo otro. En conjunto se aprecia un profundo desconocimiento de lo que representa la moda, desde la historia, la cultura, la creación, la técnica, la economía, el cambio social, etc. Lo que me hace pensar que están seducidos por los efectos de algo que desconocen.
A pesar de todo, me maravilla cómo, llevándoles al límite, la mayoría ha mejorado en muy poco tiempo. Cada programa es más eficaz que varios trimestres de estudio cursando un grado de moda. El formato problema-solución es terriblemente eficaz.
MdC me recuerda que la genialidad no está al alcance de cualquiera. No es lo mismo ser un operario, tener oficio, que tener creatividad. Del mismo modo, la creatividad se desarrolla más cuando hay oficio y conocimientos y tampoco madura sin esfuerzo y tenacidad. Incluso, mucho oficio y esfuerzo, puede ayudar a tener momento de lucidez creadora.
En la Comunicación pasa algo parecido, hace falta experiencia, oficio, esfuerzo y unas dosis de genialidad.