

¡De Madrid al cielo! Eso era antes. Ahora vamos camino de un infierno de llama fría. El consistorio de la ciudad no ceja en su empeño y sigue con sus ocurrencias, dispuesto a cerrar la ciudad y dejarla morir poco a poco. Una ciudad que será de jubilados, turistas y okupas desokupados ¡Y todo con el argumento de salvarnos la vida!
Por increíble que parezca, en Madrid se circulaba bien. El poder disuasorio de las multas y el precio de los aparcamientos fue suficiente para que miles de madrileños dejaran el coche en casa y optaran -los que pueden- por el transporte público. Hasta donde yo se, la alcaldesa y los concejales siguen utilizando el coche y no se tiene noticia de poder encontrarles en el autobús o el metro, tampoco se ve al vecino de La Navata, su valedor, en “el cercanías” de RENFE ¿Porqué quieren para los demás lo que no quieren para ellos?
Son pocos los que utilizan el coche por placer para ir a trabajar. Lo hacen porque para ellos es el medio de transporte más eficiente y rápido: la opción del transporte público, si la tienen, supone sumar, a menudo, horas a sus desplazamientos.
La nuestra es una economía escorada al servicio y el trabajo de cientos de miles de madrileños incluye múltiples desplazamientos diarios entre distintos lugares, dentro y fuera de la ciudad, imposibles de realizar utilizando transporte público, complicados en patinete, y prohibitivos en taxi o VTC.
El despropósito municipal hace cumbre con Madrid Central. A los cordones de la M40 y la M30 -lo de calle 30 tiene ya poco sentido- que se quitan o ponen según esté el aire, su suman las puertas que condicionan el acceso a un área enorme de la ciudad a cientos de miles de personas, asfixiando a comercios y todo tipo de negocios, que verán, impotentes, cómo disminuye su clientela.
Resulta difícil de entender porqué el ayuntamiento se empeña en anteponer su ideología de instituto a la razón y al sentido común. ¿Qué necesidad hay de crear problemas donde no los había, para luego abordarlos desde una incapacidad absoluta? ¿Cuál es su modelo real de ciudad y de convivencia?
Lo veremos ¡pero ya será demasiado tarde!

Madrid central