Al parecer, la mayoría de los conductores VTC por cuenta ajena ganan mil euros brutos al mes, tienen que poner ellos el traje y trabajan seis días a la semana. Eso si, conducen una berlina y su «jefe» es una empresa, Uber o Cabify, socialmente guay. Un trabajo, cuanto menos precario, que no permite hacer muchos planes de futuro, al que van gustosos porque, además de suponer un sueldo, les hace partícipes de lo que se supone que será el futuro. Probablemente, no ocurriría los mismo si se tratara de conducir un taxi. Pero claro, aquél es un trabajo 3.0.
La misma seducción la han empezado a padecer miles de urbanitas, felices de tener chofer y de viajar en una lujosa berlina negra, climatizada y con los cristales tintados ¡Vamos! ¡como un ministro!
Nuestra relación con lo viejo y los nuevo es muy distinta. A un banco le exigimos máxima confidencialidad en los datos y total seguridad en las transacciones. En cambio, con Google o Amazon desnudamos nuestra intimidad y abrimos nuestra cartera.
Nos sé que extraños mecanismos operan en la mente del españolito medio para arrojase, una y otra vez, en brazos de lo último, simplemente por serlo. Que yo sepa, estos servicios de coche de alquiler con conductor no son más baratos que el taxi de toda la vida. Tampoco son tan innovadores como presumen, ya que imitan a aquéllos. Eso si, los coches, como están nuevos y más cuidados, por ahora, ofrecen una mayor percepción de confort y exclusividad.
Cualquiera que hay utilizado el taxi podrá contar más de una historia en la que se ha sentido engañado en el recorrido o le han «transportado» en un vehículo viejo, sucio y caluroso, con el airea acondicionado apagado, oyendo una emisora que no le gustaba y aguantando una conversación que no le interesaba. La historia del taxi es larga, más de cien años, y hay decenas de miles de taxistas, de manera que todo es posible, aunque sea inaceptable.
Hoy la realidad es que el mundo del taxi lucha por su futuro y lo hace desde una estrategia orientada a la mejora y excelencia en el servicio, aunque no resulte creíble para muchos. Y lo está haciendo sometido a unas normas más rigurosas y limitantes que las de sus competidores. Me enteré hace poco de que no pueden comprar el coche que quieren, solo pueden elegir entre los homologados por los respectivos ayuntamientos que, en el caso de Madrid, son pocos y ninguno lujoso. Además, no pueden modificar sus tarifas, también reguladas, y sus taxímetros están sometidos a un férreo control. Si se estropea la anhelada lucecita verde, como va vinculada al taxímetro, el taxista tiene que ir a uno de los dos talleres autorizados que hay en Madrid y luego pasar una ITV. Si no lo hace en el plazo establecido, la multa puede superar los 4.000 euros.
Algo está pasando en el transporte urbano privado. Las nuevas plataformas insisten en hacerse con él, a pesar de tener pérdidas millonarias, otro tanto hace los fondo de inversión e incluso grandes fabricantes de automóviles, como Daimler, que quieren convertirse en operadores logísticos e impulsan, bajo una misma enseña, determinados colectivos del taxis como Mytaxi, asumiendo los gastos de sus ofertas y descuentos.Todo apunta a que se trata más de desplazar lo que ya existe que sustituirlo por algo nuevo.
Cooperativas como Radioteléfono PideTaxi, con 3.500 vehículos en Madrid y 15.000 en España, iniciaron su transformación digital hace 15 años, facilitando el pago con PayPal, Tarjeta y móvil (Mobipay), incorporando el GPS a los coches, desarrollando apps para solicitar taxi y gestionado el conjunto de la flota desde un centro de control avanzado. Lo último ha sido ofrecer factura digital instantánea en el móvil y, antes de que acabe el año, emitirán factura electrónica a quien lo desee.
Quizá el verdadero problema del taxi sea un prejuicio estético, los taxis son feos, un punto horteras, llenos de pegatinas y con esa «capillita» en el techo que hoy se ve rancia. Eso si, no hay nada más cómodo que levantar la mano en la calle y que te lleven donde quieres, haga frío o calor, llueva o nieve, a cualquier hora día y la noche y todos los días del año. O sea, un servicio 24/7/365 ¡nada más actual!